En un momento de plena catarsis de su carrera, el creador de Popoulus y Dungeon Keeper hizo una despedida sonora de sus estudios Lionhead, que ya estaban en manos de Microsoft, y montó su propio pequeño estudio, 22cans, para hacer cosas puras, experiencias, experimentos, locuras de genio.
Todos recordamos cómo, hace dos años, el excéntrico Molyneux creaba el experimento social puro en forma de app llamado Curiosity. ¿En qué consistía? Pues en romper un cubo formado por cubos para, como experiencia colectiva, entre todos, llegar al final de esta destrucción. ¿Qué pasaba cuando dejaba de haber cubos, cuando se acaba el experimento? Pues que el último en romper un solo cubo se encontraría con dos premios realmente interesantes: el de ganar una cantidad de dinero que oscilaba entre las 10 mil y los 500 mil libras y, por otro lado, convertirse en Dios por tiempo limitado en Godus, lo que le proporcionaría, además del placer de poder tomar decisiones sobre la vida de los jugadores, llevarse un 1% de las ganancias generadas por el juego.
Hoy, Bryan Henderson, de 18 años, todavía no ha visto un sólo penique de este premio. Y, además, no cuenta con hacerse con el control de Godus como deidad suprema, porque el que juego ha sumprimido el modo multijugador. Según sus palabras, «Ya casi me he olvidado. Todo el mundo se ha olvidado. Hasta me he olvidado yo, que soy el ganador».
Tristemente, el hecho de que Henderson no parezca enfadado por el nuevo timo de Peter es la representación suma de lo que siente la gente hacia las promesas del antaño genial artista: ya no le creemos, ni cuando se le podría llevar a juicio por haber prometido premios que no tenía claro que fuese a dar. Y es que, gracias a sus últimas promesas y fantasías de autor, hemos pasado de sentir adoración por su obra, a ser plenamente conscientes de que creerle es algo que uno hace por debilidad y es culpa nuestra, no de él, que ya sabemos que pocas o ninguna vez ha prometido algo real en este siglo.
